domingo, 31 de octubre de 2010

1 Día de Todos los Santos y 2 de Noviembre Día de los Fieles Difuntos


Esta celebración se esta perdiendo a causa de las costumbres foráneas que se están insertando en nuestro país y en la provincia, los jóvenes hoy prefieren disfrazarse y salir a la noche por las calles pidiendo golosinas, solo por que así es en otras partes. ¿Pero y nuestras costumbres? ¿Que paso con la mesa para los difuntos, el hacer las ofrendas para recibir a nuestras almitas?, que paso con todo esto que recuerdo desde niña, cada vez veo mas marketinización de la cultura y se pierde nuestras raíces.

Esta celebración comienza el 1 de noviembre con el Día de todos los Santos en donde se preparan flores artificiales y se realiza la colocación de la mesa con ofrendas para recibir a las almitas, allí ira todo lo que le gustaba incluyendo los panes dulces y salados elaborados a base de harina de maíz y trigo con formas de escaleras, cruces para que hacienda al cielo, etc., cuando es un alma nueva la conmemoración es más grande, se la recibe con abundante comida que al día siguiente a las 12 se levantara la mesa y todo lo que “la almita no comió” será repartida entre parientes y amigos para luego dirigirse al cementerio a dejarle sus pancitos y llevarle flores y coronas en su honor.

Que estas celebraciones y costumbres no se pierdan, respetemos a nuestros deudos y participemos de nuestras tradiciones.

jueves, 28 de octubre de 2010

JUJUY MUJER (Los Changos)

Volvere jujuy, una tarde de estas
  vidaleando olvidos, bagualeando penas
subire por Yala,punteando el silencio
      pa´volverme runa golpeando los cueros
fiera la distancia, Barbarita Cruz sola en Purmamarca.

Tiempos de cosecha me estan esperando
machetes calientes, gritos de chaguancos
se oye en el Talar, coquear la esperanza
sube un viento indio por las lechiguanas
hay Pin Pin de sueños, vientre de la tierra llevame pa´dentro.

Volvere Jujuy engualichao
a tus montañas de pan mineral
y en la luna de cal
todo mi corazon desvelau
hay volver volviendo
       hay Jujuy mujer que me estoy muriendo.

Si por Casabindo anda un toro suelto
mirales las guampas de un sueño minero
si por Calilegua llora una Mataca
dejame que bese su sombra gualampa
silban las tendetas, delvolveme al fuego de mi tierra agraria.

Rengo Mallagray aguanta la macha
alentame el vino descorchame el alma
parcheros con duendes todas las guitarras
subamos al Inca por las Tilcareadas
truene el erque macho, un rumor de estrellas sube por Lozano.

Volvere Jujuy engualichao
a tus montañas de pan mineral
y en la luna de cal
todo mi corazon desvelau
hay volver volviendo
       hay Jujuy mujer que me estoy muriendo.

domingo, 17 de octubre de 2010

VIDEO PARA LAS MAMAS JUJEÑAS Y DE TODO EL MUNDO

FELIZ DIA PARA TODAS LAS MADRES!!!


El día de las madres nos despierta muchas emociones, algunas de alegría para los que la tenesmo cerca y podemos disfrutar de todo su amor a cada instante, aunque también es cierto que muchas veces la hacemos renegar olvidándonos de todo aquello que ellas nos da, y cuanto mayor es la tristeza cuando  no la tenemos cerca, ya sea porque vivimos lejos de ella por cuestiones laborales o por estudios o porque nos tuvo que dejar abandonando este mundo terrenal para convertirse en un angelito más en el cielo. Ya sea aquí o allá, siempre ella esta velando por nuestros sueños, cuidándonos, arropando en todo momento.
Cuando  estuvimos enfermos ella siempre a nuestro lado, preocupada cuando rendíamos algún examen y esperando ansiosa para saber como nos fue. Quien no sufrió algún regaño por llegar tarde de alguna salida con amigos y enojados le respondimos ¡ya soy grande mama, no molestes! Pero no nos damos cuenta de que ella nos estuvo esperando preocupada contando los segundos por que apareciéramos sanos y salvos y que si nos retaba era solo por ese temor a perdernos, temor que nos surge cuando ya la tenemos a nuestra mamá grande o cuando ya no esta y nos damos cuenta de que esos regaños eran solo una muestra mas de su amor eterno e infinito.
Quien no dijo alguna vez, ¡nadie cocina como mi mamá! Ese saborcito que solo ella puede conseguir, ¿será porque ella tiene ese ingrediente mágico?, ese ingrediente llamado amor, ese es el condimento que le da a cada una de nuestras comidas, ese aroma y ese color que solo de sus manos mágicas salen.
Que linda es verla reír, parece que se nos ilumina el alma y que hasta el cielo y Dios sonríen junto a ella.

Pero también es sabido que la vida no es tan taxativa, tiene sus matices que hacen que esa familia tipo no sea el único modelo que tenemos para ver, así es como una perrita que ve gatitos abanados los cuida y hasta le da de mamar adoptándolos  eses amor nos demuestra que el amor de madre a veces no es excluido, cuando no hemos escuchado que un padre tuvo que hacer de madre también, o una tía, o una abuela, vemos ese amor y ese cuidado que no es de aquella que nos dio a luz, que por un motivo u otro no nos pudo criar pero que se vio reflejado en un ser maravilloso que la vida nos regalo para cuidarnos y hacer ese papel hermoso de la vida de ser madre…

Para todos que saben expresar ese amor de madre, ese amor sincero e infinito va dedicado este pequeño bosquejo de inspiración nocturna, y va con mis lagrimas de emoción de saber que te hice recordar de alguna forma lo hermoso que es el amor, el amor de una madre!!!

martes, 5 de octubre de 2010

LA VIEJA VINAGRE - escrito de un amigo que quiere compartir sus sueños

Su nombre era Juana María, pero para el pueblo era simplemente La Vieja Vinagre. Dura, siempre amargada, con su rostro anguloso, arrugado y sin expresión; baja, encorvada y con unos sesenta años vividos muy penosamente. Trabajaba en una huerta que tenía en su casa precaria, a media montaña en los Altos de Malca, Tilcara. Cosechaba algunas papas vallistas, zanahorias y acelgas con las que hacia una sopa vespertina, su principal alimento.

Conocí a La Vieja Vinagre hace unos años, cuando viví en Tilcara y atendía un negocio de videos. Todo era nuevo para mí, aún sentir en el rostro el viento de las tres de la tarde, que sopla infaliblemente todos los días. Estaba sentado en la plaza chica del pueblo, al frente de casa, cuando escuche una voz tosca, que me pareció agresiva: -“¿Sos nuevo por aquí?”, preguntó. Por la poca experiencia que tenía en el trato con los lugareños –aunque soy jujeño-, respondí de la manera más amable posible, aunque, confieso, no estaba a gusto con aquella compañía: -“Si señora. Soy nuevo”. Fue categórica en su dicho: -“Espero que se porte bien, no como todos los que recién llegan y nos hacen a menos…” Y sin más palabras, se fue refunfuñando cosas que no llegué a comprender.

Poco después, y sabiendo que era desesperadamente pobre, le daba de vez en cuando algo de verduras, carne y hasta fiambres para que varíe su menú. Ella se llevaba a su negro y harapiento (aunque muy limpio) delantal lo que le daba. Allí tenía una pequeña bolsa que le colgaba a un costado. Y sin más, se daba media vuelta y se iba; a veces, sin dar las gracias o saludar.
Con el tiempo conversábamos –sólo un poco- mas. Nunca llegó a contar su vida ni sus pesares. Un amigo, el gaucho René, la describía con tres palabras: -“Es un animal”. Y escupía al suelo para demostrar su desprecio.

Un domingo (el único que fui a misa), ví que, arrodillada, murmuraba oraciones amontonando las palabras, con los ojos cerrados y poniendo tanta devoción que daba vergüenza el estar en ese lugar, sobre todo para mí, que no soy muy devoto. De repente, y de un salto, se puso de pie, y con complejas y repetidas señales de la cruz, se fue. “Pobre. Está loca”, pensé.

No tardó en pegarse a mí, de manera tal, que le huía a menudo. Cuando me agarraba desprevenido, charlábamos de su reumatismo, de sus dolores de espalda, fruto de la cosecha de verduras o por haber cargado leña para calentarse.

Pregunté alguna vez cómo era cuando joven. Me la describieron como una mujer sufrida; había sido arriera; recorría y cargaba con distintos artículos para ganarse la vida. Se casó temprano, siendo buena moza: ojos pequeños, negros como la noche y con reflejos que hipnotizarían a cualquier hombre. Su marido, borracho de siete días, murió al poco tiempo. Sola, comenzó su luto. También comenzó a comportarse de manera extraña. Se volvió retraída y se fue a vivir cerro arriba.

Cuando le preguntaba, me decía “No vine a contar mi vida”, y cambiaba de tema. Yo seguía escuchándola con curiosidad (y un poco de dolor), pero con respeto.

Una tarde calurosa de noviembre, conversábamos en la plaza central Pedro, el Gaucho René y uno de esos pseudos intelectuales llegados de Buenos Aires, formando un círculo. Escuchamos unas sandalias arrastrarse, como cansadas, como que llevaban mucho peso –aunque sólo llevaba un pequeño bulto-. La Vieja Vinagre, con su paso rítmico y sin mirar ni a derecha ni a izquierda, pasó a nuestro lado. Siguió de lado mientas su calzado gastado resonaba en el piso de lajas completamente destruido. Perdida en sus pensamientos, como si viviera en otro mundo. “No das ni las buenas tardes, siquiera”, dijo el Gaucho. “sea lo que sea, decí algo”, completó.

Sorda por naturaleza o por convicción, La Vieja Vinagre sacó un pañuelo hilachento y se secó la frente. Nos ignoró. “Está cada vez peor”, observó el intelectualoide. “Pobre mujer”, dijo Pedro. René, mientras intentaba encender un cigarrillo, concluyó con su acostumbrado: -”Es un animal”, aunque no escupió por ser domingo, día dedicado a Dios.

Al tiempo me ofrecieron un trabajo. Era la oportunidad de volver a desempeñarme como periodista y volver a la ciudad. De modo que comencé los preparativos de partida. Así, llené con bultos mi destartalado coche, al punto que quedó repleto de cosas. Ese mediodía, varios amigos fueron a despedirse, aunque yo sentía que faltaba alguien... Entre tanta gente, no le presté mucha atención. Antes de salir, Dora me ofreció un poco de jamón, queso y algunos duraznos de la zona -“para el viaje”, me dijo.

El motor del cascacho azul se estremeció por el esfuerzo: tenía más carga que nunca. El aire estaba fresco y un agradable aroma a tierra mojada flotaba en el ambiente. También una brisa de nostalgia… Había compartido tantas cosas…

La última casa no había desaparecido del retrovisor, en mi camino al sur, cuando una figura en medio de la ruta me hacía señas desesperadas para que me detenga. Abrí la puerta y me bajé preocupado; y mi sorpresa fue grande: era La Vieja Vinagre, Juana María, con su figura encogida y su vestido destruido.

Sus ojos eran más dulces que el aire perfumado. “Estoy aquí desde la madrugada, esperando que pases para decirte adiós”. Su voz fue más tierna que nunca. Se agachó y de sus envoltorios sacó unos pequeños huevos, puestos por su única gallina, y que representaba toda su riqueza terrenal. “son para vos, changuito. Es todo lo que te puedo dar”. Extendió sus manos ofreciendo los huevos. En sus labios apareció la primera sonrisa que yo le había visto en todo el tiempo que yo viviera en Tilcara. Los huevos que la hambrienta anciana se había privado de comer, eran para ella una fortuna, y representaban para mí mucho más que todo el oro del mundo.
Traté de rechazarlos: -“Dónde los voy a poner? No ve que no hay lugar para nada más?”
-“No me los voy a llevar de vuelta”, respondió duramente.
Retiré el paquete que me diera Dora, para hacer espacio. Le iba a dar la mano, pero algo nos impulsó a abrazarnos. Y sentí el corazón de La Vieja Vinagre contra mi pecho. Llorando murmuró “Te quise… te quise…”

Para esconder unas lágrimas que intentaba reprimir, le dí el paquete y le dije que los huevos se iban a romper si los ponía juntos. “Lléveselo, doña Juana, y cuando vaya a comer, piense en nosotros”.

Los ojos de la anciana, profundos y brillantes de sabiduría, no entendieron mi ofrecimiento como una caridad. Gentil y temerosa puso sus manos arrugadas en mi cara. “Changuito –dijo-, te quiero como al hijo que hubiera deseado tener y no fue la voluntad de Dios…” Dio media vuelta y bajó corriendo por un sendero.

Hace poco, me enteré que Juana María, La Vieja Vinagre, no resistió los fríos invernales del año 2000. Falleció dejando su gallina, su huerta y su casita del cerro. En mi mente todavía está su recuerdo. Su imagen cáustica, exigente y quejumbrosa, que parecía incapaz de dar. Y justamente de sus manos recibí un obsequio perfecto de amor.

En mi vida, nunca he recibido un regalo tan valioso como el que me diera La Vieja Vinagre, aquel mediodía lleno de amor.

HALCÓN VAGAMUNDO



sábado, 2 de octubre de 2010

NOTICIAS JUJEÑAS EN EL MES DE SEPTIEMBRE-NOTI ELY

JUJEÑITO de FORTUNATO RAMOS

Hoy me he puesto a pensar en mi pago,orgulloso de ser un Jujeño.Hoy me he puesto a llorar por mi tierra Pachamama, solar quebradeño.

Hoy me he puesto a pensar en mis guaguas en mis tequis, mi chola, mi perro,hoy me he puesto a cantar con mi caja, tal vez lejos, muy lejos del cerro.

Hoy he visto la Puna en un sueño,verdi, tojra, marrón, colorada,y sentado a lao mi apacheta,bien juntito a mi quena lloraba.

Y te he visto Huamahuaca, callada con tus calles angostas y claras.Tus tapiales, pircas y antigales,tus ovejas, tus burros, tus cabras.

Hoy mis ojos también se mojaban  cuando chajchas y bombos sonaban.Y mis valles verdosos miraba,y el erquencho en mis manos temblaba.

Hoy me he puesto a pensar en mi pago; Ramal, Puna, Quebradas y Valles,Abra Pampa, Humahuaca, La Quiaca ¡Jujuycito de mi alma encantada!


Fortunato Ramos Costumbres, poemas y regionalismos (2003)